lunes, 16 de marzo de 2009

Ahora le tengo miedo a los niños

Como si no fuera suficiente tenerle miedo a los alienígenas que planean destruir la raza humana, a los zombies hambrientos y a ser una adulta que no aprovechó su juventud, ahora gracias a uno de mis amiguitos le tengo miedo a los niños. Aquí va la anécdota.

Resulta que ayer estuvimos platicando sobre videojuegos, y el que se ganó el protagonismo de la charla fue uno llamado Bioshock, el cual -para no variar- no conocía; el muchacho se dio vuelo describiéndome los ambientes y la historia del juego, mientras yo le explicaba que mis traumas me impiden jugar este tipo de cosas (se llama exceso de credibilidad, siempre termino perdiéndome en esas realidades, lo cual me resulta buenísimo a la hora de leer, pero una verdadera molestia cuando estoy viendo televisión o alguna otra actividad por el estilo: me pierdo), termino con las manos frías y ganas locas de correr. En fin, por alguna razón extraña del destino -cof, nenez! cof- esta plática, con todas las imágenes mentales que me hizo, se mezcló con las películas extravagantes que hago de mis sueños y sin quererlo así, pronto llegué a una especie de casona, con algunos amigos, y un puñado de gente no viva. Creo que vi muchas de estos churros en mi adolescencia. Snif.

Lo impactante de la charla no fueron los robots asesinos, ni la ciudad submarina convertida en una comunidad zombie, no no... el escalofrío vino con las niñas. Bueno, es que eran zombies. Ejem, captan? NIÑAS ZOMBIES.



He aquí una muestra de las enanas del juego... miedito, no?

Me acuerdo que una se me acercó, me tocó con su manita fría -brrrr- y no se me despegó en todo el maldito sueño. Me preguntaba cosas, jugaba conmigo (porque yo con ella no) y nunca quitó la sonrisita de su cara. Extrañamente nosotroslosvivos no podíamos demostrar miedo, o nos comían. No, eso último es mentira, no recuerdo por qué, pero estaba penado. Y yo no dejaba de comerme las uñas estando a solas. Cinco horas de mi noche las pasé con esta sensación incómoda de aguantarme el miedo, de tenerlo comprimido en el estómago.

El clímax llegó cuando la EnanaZombie me pidió que la cargara -brrrr... la carita- le dije "no me pagan para esto" y salí corriendo de mi pesadilla. Desperté y me volví a dormir. Aunque escapé de la niña ésta, no caí muy lejos, el siguiente sueño tomó forma en una calle cercana a la casa del episodio anterior.

No tengo que explicar la paranoia que sentí todo el día de hoy.

No, no tengo que decir cuán nena soy.

D'ouh!

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