Sigo con esto porque la Vida así me lo permite. La vida que perdura, la vida que me envuelve y que me irrumpe en el cuerpo y en el entorno; es decir, estoy aquí, así, por la vida que se metamorfosea en tierra, fuego, agua y aire. El aire.
-...¿me escuchas?
-estamos respirando...
-entonces sí me escuchas.
Sigo porque sé que el aire vive, porque sé que en realidad nunca me encuentro sola mientras pueda entrar por mí a mis pulmones, mientras haga compañía al aliento de cada respiro.
A veces siento que me estoy aprovechando de esta vida. Me aprovecho de la vida del aire para darle vida a mis palabras, para que mi aliento se adhiera a ese hilillo de ánima y viaje hasta allá, para que mi deseo -hecho verbo- se cuele por su nariz, para que navegue por su sistema nervioso, para que respire mis palabras y sus pulmones se hinchen con mi aliento cristalizado en ese aire tan mío (y suyo también)... Ahí va a estar, viviendo con él y dándole vida a su vez... Ahí quiero que esté... Por eso me atrevo a hacerlo.
Porque sé que ese camino compartido, esa porción de tierra que guarda fiel memoria de tus huellas, de las mías, tiene tanta esencia tuya como mía. Porque sé que muchas veces los pasos se nos han encontrado entre toda la marea de pies plasmados.
Por eso le hablo al aire, a tu aire... Por eso no me siento sola, porque sé que mis palabras, envueltas en esta nube de gases que juega en los pulmones, llegan a ti cuando camino por aquí...
Por eso le hablo al aire, a tu aire... Por eso no me siento sola, porque sé que mis palabras, envueltas en esta nube de gases que juega en los pulmones, llegan a ti cuando camino por aquí...
