domingo, 17 de abril de 2016

Miscelánea I. La Manta y las películas del mal

Después de estar trabajando aferradamente en un par de cosas durante varias semanas, por fin tengo un par de días para recrear el ojo y la vida. El viernes fui a un concierto en el Teatro del Estado de La Manta; ayer, después de ir a dejar a mi papá, que ya se fue de regreso a su casa, tuve en una fiestecita infantil con mucha gente querida y en la noche me he dado el lujo de quedarme entre sábanas a ver películas. Voy a hablar de las películas, sólo quiero hacer una mención honorífica al concierto.

Mención honorífica del concierto:
El concierto estuvo fenomenal, en verdad buenísimo. Ya era fansss de La Manta, pero no había tenido oportunidad de escucharlos en vivo. Tienen un rollo que me llama mucho la atención en la banda creativa y que, para variar, no sé cómo describir. No me parecen forzados o que se hayan tenido que adaptar al concepto de lo que querían lograr, sino que, por el contrario, tuvieron la buena fortuna de conocerse desde sus muchas latitudes y tradiciones musicales y saber que todos iban por el mismo camino. Mucha gente, casi todos, simplemente camina mirando al piso, sin darse cuenta de si hay más gente que va por el mismo rumbo.
En fin, me gustó mucho el concierto, en verdad. Me reí con los bailes, lloriquié un poco al recordar nuestro contexto social, me llené de esperanza y me fui con el corazoncito inflamado de gusto.

Aquí les van unas cancioncitas a los suscriptores de Spotify para que se den un quemón todos aquellos que no los conocen: 

Acá muy sonrientes, los mushashos.

Películas del mal, ahora sí
Como les decía, me quedé casi toda la noche a ver películas. En parte porque tenía muchas ganas de hacerlo, en parte porque tenía problemas para dormirme. Total que empecé con Blue Jasmine, de Woody Allen (2013). Seguí con Shame, de Steve McQueen (2011). Luego me eché Drive, de Nicolas Winding Refn (2011) y terminé con Jagten, de Thomas Vinterberg (2012).

Vaya que terminé con el estómago hecho papilla. No por otra cosa, sino por la sobrecarga emocional.

Había escuchado comentarios de que Blue Jasmine era tremendamente inferior a Midnight in Paris, así que vi la película un poco con ese filtro. Qué equivocada estaba. Qué equivocadas estaban todas las personas que me dijeron algo similar. Sin duda se trata de películas muy distintas, las dos igual de chidas. Mientras que Midnight tira más a la comedia romántica, Blue cuenta lo que pasa después del final feliz, cuando la protagonista -cuya awkardness nos parece tan coqueta en la primera parte- se queda en la ruina por las estafas y mentiras de su marido, dando pie al caudal de neurosis que en realidad posee, y cómo ello la va segregando de su propia vida. Las actuaciones fantásticas también y el soundtrack chido.

¿Identificados?

Contrariamente al caso anterior, no sabía qué esperarme de Shame, a excepción de que estaba entre mis recomendaciones de Netflix y que tenía 4.5 estrellas de calificación inicial. Dije What the hell y la puse. Sólo diré que no pude evitar en algunas ocasiones, dentro de la madrugada profunda, cuasigritar un Noooo meeee joooodaaaaaas o de plano lagrimear. La película va de un sujeto que tiene una adicción al sexo y que no sabe lidiar con ella porque, básicamente, no sabe lidiar con humanos, entendiéndose así que el miedo realmente es a la intimidad y cómo no saber lograrla con otro ser viviente. La fotografía, chingona para no variar, habla mucho más que los personajes. Hay planos medios o close ups muy pinche sórdidos, que dan cuenta del mundo interior del personaje. Mi escena favorita es justo esta:

Sí, ésta es la  cara de orgasmo del personaje de Fassbender.

En esta secuencia Brandon, el personaje, está en medio de un trío -quite explicit- y justo cuando está a punto de llegar al orgasmo voltea hacia la cámara, la cual se desenfoca un poco y muestra, vis à vis, en unos segundos gesticulativos, todo el problema de Brandon y de la película: la serie de emociones que transitan por el personaje hasta diluirse en el vacío que lo invade. He de confesar que cuando sentí la mirada fija de Fassbender, se me cayó la cara de la impresión.

Dramatización.

Nunca, por más que haya amado una película, había sentido una agresión y a la vez una petición de empatía tan directa como esta. En resumen, véanla, está increíble. Además de la música (ahorita me acuerdo sólo de las variaciones Golberg y de Coltrane, muy bien acomodados en la historia), la fotografía también es una grosería de lo buena que es. Y por si esto fuera poco #MichaelFassbender. Michael Fassbender en el mejor papel que lo haya visto jamás (qué pena me da pensar en lo que hizo de Magneto, espero que a él también le dé pena, sabiendo que puede hacer cosas como esta).

Llegué a Drive por Kavinsky, el francés que hizo el soundtrack, del cual no tengo más que decir sino que es lo mejor que le pasó a 2011, como lo pude asegurar en mis redes sociales hace no mucho. La canción de los créditos, cuando presentan al personaje de Ryan Gosling (al cual, francamente, sigo sin encontrarle el atractivo), es de mis hot hits. Muchas veces había pensado antes Voy a verla, pero luego me invadía el Meh y optaba por no hacerlo. Hago notar que en el reparto hay banda como Bryan Cranston (con un personaje bastante mediocre) y Carey Mulligan, quien por cierto también sale en Shame como la hermana de Brandon, que  hace su luchita con un personaje secundario (también mediocre). Las actuaciones me parecieron  no tan buenas y la trama un tanto predecible, pero tampoco me pareció mala película. Creo que el mérito aquí es de la edición. Gosling, tan acartonado como siempre, no logra salir de su personaje de The notebook y se lleva un poco entre las patrushkas a los demás. Por favor, que alguien le recomiende unas clases de actuación. Por otro lado, ahh, qué pinche soundtrack. Kavinsky for life.

"Tómame una foto así como que no me doy cuenta"
Finalmente, Jagten. Desde que vi Hannibal, me impresionó la interpretación que hizo del Dr. Hannibal Lecter el danés Mads Mikkelsen (a quien le declaro mi amor platónico a través de este post). Así que cuando vi su cara en Netflix no dudé en apachurrar Play. Ahora bien, de esta película no tenía el menor antecedente, pero la portada y la cara de Mikkelsen en primer plano me hizo pensar Hey, why not. Qué hallazgo tan chido, debo decir. La película va de que un maestro de preescolar (o no sé si podría decírsele más bien "auxiliar educativo" o alguno de esos títulos chairos que abundan) se ve inmerso en un típico caso de Cristo de San Buenaventura cuando una niña de 5 años lo acusa de haberla flasheado con el pene erecto. Lo que sigue es una vorágine de supuestos y entendidos que prácticamente le destrozan la vida. La película hace pensar en lo frágil del orden y en lo subjetivo de la civilidad. Y además, está #MadsMikkelsen.

My poor thing.
Tanta cháchara fácilmente se resume a : vean las películas y escuchen a La Manta.

miércoles, 6 de abril de 2016

Pequeño bastardo, caí en tu trampa.

Mira la hora y yo aquí. Un par de cosas: de entrada te digo que ya no considero necesario dejarte tal cual te mantuvo mi adolescencia. Te voy a modificar, sí que sí. La otra, ahora tengo una gatita :)


Y también a ella le gusta el yoga.

martes, 5 de abril de 2016

Hola, blog

Me da tanta pena contigo y tanto gusto verte vivo. No puedo decir "vivito y coleando", porque seguramente estarás lleno de telarañas y de alguna que otra reuma. No te culpo, yo estoy igual.

¿Qué ha sido de ti? Yo he estado ocupada, ya sabes, las cosas que pasan cuando creces. No me mires así, como si ya no me conocieras, mira, acuérdate de todo lo que hemos vivido.

Me ha dado una alegría tremenda y un ligero vacío en el estómago releer algunas de tus líneas, no puedo creerte todo lo que me dices. Si supieras cuánto han cambiado algunas cosas y cuánto desearía poder cambiar otras que siguen igual.

Espero pasar a visitarte otra vez, pronto. Los dedos me andan bailoteando mucho últimamente, podríamos aprovechar para salir de fiesta tú y yo algún día cercano y beber cerveza para recordar y hablar y sentir y revivir.

Un beso,
Dal