domingo, 27 de abril de 2008

miércoles, 23 de abril de 2008

De esguinces mentales y añoranzas

Últimamente, he resentido mucho mi falta de tiempo.

Y es que ya no tengo forma de disfrutar esos pequeños placeres que te da el ocio, extraño las caminatas, extraño a mis amigos, extraño el binomio música-velas, extraño a mis lápices de carbón, extraño tanto mi vida... Mi vida se ha vuelto un constante extrañar.

Quisiera pasar más tiempo con mi gente, con mi novio, con mis amigos, conmigo... quisiera...

Voilá. De repente todo se vuelve un subjuntivo.

sábado, 19 de abril de 2008

Chaquetas mentales III

En el pueblo de algún lugar perdido en el mapa de cierto país, los habitantes deciden que su vida es muy aburrida y optan por hacer una representación teatral en la que todos deben pasar al estrado a actuarse a sí mismos: un pequeño monólogo será todo el acto.

Una mujer casi en la vejez, con exceso de maquillaje (por las luces, justifica ella) y ropas elegantes, sube al final [antes de ella, todas las actuaciones han sido intensas, cada habitante ha ido dejando pedazos de vida, lográndo que el resto del auditorio se encuentre sumergido en una atmósfera de concentración absoluta, y ahora, se encuentran expectantes del monólogo que los hará penetrar las capas de ropa -por qué no- de la CasiVieja ], se retoca el maquillaje y mira con atención al público. La ansiedad crece. Ella se da un vistazo por última vez y su cuerpo se deforma a dos tiempos: su cara se transforma en una mueca que, más que parecer una sonrisa, como era su intención, parece una muestra de dolor añejo; mientras tanto, su cuerpo gastado y rígido, se dobla y desdobla hasta detenerse en una posición rebuscada e incómoda.

El auditorio se desconcierta después de unos minutos. Mientras unos siguen esperando algunas palabras salidas de esa boca arrugada, otros comienzan a levantarse de sus asientos para tomar camino hacia la salida.

El silencio se rompe. La hija de esa mujer rebuscada de pronto salta de su asiento y grita:

-¿Qué no lo entienden? Si mi madre hubiera profundizado más, hubiera representado una mentira de sí misma.

viernes, 18 de abril de 2008

De asuntos bilingües y otras patrañas

No, no, no. No es posible que exista gente tan nefasta.



Y entonces me veo en el edificio al que tantas miraditas feas le dirijo, sentada en los pupitres que antes de mí albergaron a sujetos sudorosos y repletos de mediocridad.

"No me voy a dejar ganar" me digo entre dientes y volteo a la ventana. La maestra vuelve a llamar mi atención con una nueva norma para aprender, por un momento, mi atención se centra en el pizarrón blanco, hasta que un montón de risas grotescas me hacen regresar a mi contexto. A veces me asustan un poco, a veces me dan risa loca, otras tantas me son indiferentes -la mayor parte del tiempo- y en algunas ocasiones, como hoy, logran desesperarme muchísimo.

Tan es mi repudio, que a la primera oportunidad me refugio en mi edificio: los baños, los pasillos, los salones... No voy a formar parte de ese mundo al que me están invitando, no, yo soy agente de paso ahí.

Es que esa sensación que me provocan, es algo similar a lo que sentía hace algunos años con la gente hueca de mi escuela anterior.

No sé, a lo mejor esto pasa así porque tengo que aprender a convivir con la gente. Aunque no quiera.

Pero, si eso es realmente lo que tengo que aprender de esta experiencia, ¿no será que debo ser menos auténtica y comenzar a ser diplomática? ¿No es esto último malo?

Ash, no sé. No sé, no sé. Por lo mientras, debo sostenerme en pie otro semestre -o dos- para poder gozar de los beneficios que siempre traen los sacrificios.

Ni modo, debo sacar a las sonrisitas diplomáticas de donde estén y desempolvarlas.


Snif.