viernes, 25 de enero de 2008

De inundaciones nocturnas...

Caí y me inundé en las sábanas, me tomaron contra ellas, me abrazaron suavemente y a la vez con firmeza, me dijeron Ya te tengo, puedes dormir ahora… hasta que el sueño me atrapó en sus brazos de algodón.


* * *


Inundada de ti. En este mar de aire tus ojos se me adhieren a la nariz en forma de burbujas de oxígeno, el aire que estoy respirando, el que está en mi habitación, la brisa que me sopla lentamente las ropas: ahí estás. Y todo el silencio me sonríe, y puedo escuchar, trémulos, primero, los latidos tuyos, que conforme mis labios se entreabren, van aumentando su golpeteo. Sí, te escucho, te digo, y cierro los ojos para que juegues conmigo.

domingo, 20 de enero de 2008

Chaquetas mentales II

Una mujer platica con su hijo de 5 años.

-¿a dónde vamos? –dice el niño en la estación
-vamos a Córdoba –le responde la madre quitándose un mechón de cabello de la cara
-¿y qué vamos a hacer allá?
-vamos –con gesto melancólico- porque tu papá… ya es libre
-¿qué? –pregunta el niño con aire distraído
-que vamos porque no está bien –un tanto nerviosa
-¿qué? –vuelve a decir mientras sigue con los ojos al tren que acaba de llegar
-¡vamos porque lo mataron!
-Ah –dice un poco más atento- ¿y para qué me llevas, no ves que también me pueden matar a mí?

sábado, 19 de enero de 2008

De las vísperas

Tú, que vienes tan limpio a mi encuentro... tú que vienes tan limpio y yo que sigo con el lastre de lo vivido.

Libérate, aléjate. Corre, ve a la dirección opuesta, piensa que yo pienso, piensa en lo que yo podría pensar y aumenta la velocidad.

Te digo esto con los brazos abiertos, te lo digo con el pecho abierto y con la mirada perdida en la tuya... te lo digo con gusto, con la emoción previa al encuentro, con la sonrisa de quien sabe que ha encontrado algo valioso. Así te lo digo.

lunes, 7 de enero de 2008

El primerito

En mi familia se tiene la creencia -una de esas tantas leyendas urbanas- de que de la manera en la que inicias el año es determinante para el transcurso de éste, o sea, si empiezas bien, todo el año va a ser bueno... bla bla. Y aunque bien sé que es una mera invención de alguien a quien probablemente le gustó tanto la fiesta del 31 dic/1° ene que quería pasársela así los 364 días restantes, de alguna manera, en mi inconsciente a veces me repito esta medio-absurda-tradición esperando que sea cierta, o renegándome por completo a la resignación de continuar los próximos doce meses de mi vida de esa forma.

Este año, mi cabecita pensó que sería bueno que los días por venir fueran como ése último/primer día.

Citando a mi querido maestro Marito -mi amor- todo tipo de relato tiene dos planos: la historia que se narra en primer plano y la que se cuenta por debajo de la superficie. De la misma manera, la vida. Uno se la vive en el primer estrato, maldiciendo los tropiezos, los obstáculos, etc. o simplemente adaptándose a ellos; todo esto, en dicho nivel primario. Sin embargo, pocas veces se tiene la... (¿qué será? ¿prudencia? ¿suerte? ¿un momento de relax? ¿paz espiritual? ¿momento de meditación? ¿filosofía barata?) ...lo que sea que se requiera para poder bajar (¿o subir?) a ese plano en el que ves las cosas a perspectiva y simplemente te das cuenta de que lo que vives es la consecuencia de nada más que el simple hecho de vivir. Porque respirar tiene su costo: es como si toda la serie de vivencias -buenas y malas... especialmente éstas, porque son de las que más se reniega- vinieran en letra chiquita en el contrato.

Bueh, como sea; este año aprendí que por más feo que se vea el asunto, siempre hay alguna esperancita de que todo mejore. Sí, ya sé que suena a consejo de mamá, pero pues así es la cosa, qué le puedo hacer.