domingo, 22 de febrero de 2009

Cuando uno se ausenta, al regreso hay muchas cosas por decir, muchas preguntas que responder, muchas caras a las cuales dejarse acostumbrar... Se deben llenar con creces los espacios en blanco, la personalidad tiende de tanto en tanto a lo barroco, a saturarse a sí misma.

Las recompensas empiezan a sentirse poco a poco. El calor humano es anaranjado brillante en el estómago. 

Qué tendrá la luna que juega tanto conmigo.

Qué les pasa a mis otras Yo, que no dejan de bailar en mis pies.

Qué le hice a mis sueños para que sean tan profundos.

Muchas palabras por nacerme de la garganta, teléfonos por teclear, litros de agua, de sudor frío, incertidumbre por los reencuentros, historias ajenas. 

Regreso después.

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