lunes, 26 de mayo de 2008

...Ejem, sigamos con el recuento.

Bueno, pues ya me dio flojera eso de ir repasando post por post, así que de ahora en adelante, hablaré muy escuetamente de lo hecho a partir de diciembre del año pasado...

Ahora que me senté a revisar las entradas que me faltaban me fijé en unas chiquitas que me estaban guiñando el ojo muy coquetamente, para mi desgracia -o la suya- los motivos que me hicieron nacerlas no fueron muy agradables según mis recuerdos y mi memoria sensorial. Perdón entradas chiquitas, no las miraré más.

A partir de diciembre, dejé de partirme la piel y la cabeza en pedacitos tan pequeños, el polvo que se formó de todo este despedazar constante finalmente vislumbraba un camino, una forma a la cual amoldarse, aunque la piel no dejaba de tirarme hacia otros lados. Época rara, sí, un tanto amarga, sí, otro tanto dulce, sí, saldo: blanco (a pesar del luto momentáneo).

Poco a poco, las cosas fueron tomando su rumbo, a veces pienso que las obligué a hacerlo, pero, si no era yo ¿quién más? La verdad fueron meses que marcaron mi forma de pensar, me modificaron de alguna manera porque me dieron de frente con la realidad de algunas cosas, de algunas personas... en fin, si recargo un poco mi cabeza a un lado ahora que veo hacia atrás, puedo darme cuenta del otro ángulo de todo, me divierte un tanto, me entristece otro tanto, pero al final, todas esas vivencias fueron capas de cebolla que me he ido quitando poco a poco (gracias a Severino Salazar por la metáfora), si no fuera por estos raspones, no sabría tanto más de mí.

Fue a finales de enero cuando todo empezó a mejorar drásticamente (me parece un poco extraño el uso de 'drástico' y 'mejora' en una misma oración, pero es que así fue) Esa masa informe que era mi cabeza de pronto hizo implosión y me hizo comprender que todo lo que alguna vez quise estaba en algún lugar de mis recuerdos. Y de pronto, una parte de eso, se hizo tangible un domingo en CAXA.

Desde entonces, más que tangible, se ha vuelto algo permanente.

Sí, algo ha cambiado, algo se ha modificado por completo en mí... pero eso es algo que sólo yo sé.

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